que al deslizarse por mi piel estremecida la incendia.
Con un gemido de deleite contenido extiendo mis alas,
sobre el paraíso húmedo de tu cuerpo decidido.
Como pétalos de rosas tus dedos perfuman mis formas,
y el murmullo de tu voz declarando cuanto me amas,
se convierte en el eco interminable que acompaña,
la dorada explosión que nos encadena en el instante del goce.
Envuelven ligeras las sabanas nuestra desnudez sagrada,
y en el mismo confín de la cordura,
se encadenan nuestras sombras agotadas en un abrazo,
cuando tus ojos se abandonan en mi mirada.
El amor consumó un nuevo y sorprendente prodigio,
al permitirnos traspasar los límites del tiempo y la distancia.
El amor tiene los contornos de un príncipe encantado,