Para Mabel Miravela
Regresa todos los sueños que arrancaste de mi vida,
empleando como puñal tus promesas de amor.
Esos sueños que con la candidez de una niña,
deje en tus cálidas manos confiada descansar.
No permitiré se rompa el muro fuerte,
que detiene mis lágrimas y mis ruegos oprimidos.
Prometo no serás testigo de mi derrumbe,
cuando susurres el adiós sin retornar la mirada.
Seré fuerte ante la herida cruel del engaño,
que sin titubeos provocas en mi pobre corazón.
Y la sangre que escape de mi pecho,
jamás, te lo juro, ofenderá tus dedos.
El rencor desvanece de tus ojos su brillo,
mueren en tu boca las palabras de clemencia.
Y ante el altar de lo que yo llamaba amor,
entrego como holocausto mi vida que concluye hoy.
empleando como puñal tus promesas de amor.
Esos sueños que con la candidez de una niña,
deje en tus cálidas manos confiada descansar.
No permitiré se rompa el muro fuerte,
que detiene mis lágrimas y mis ruegos oprimidos.
Prometo no serás testigo de mi derrumbe,
cuando susurres el adiós sin retornar la mirada.
Seré fuerte ante la herida cruel del engaño,
que sin titubeos provocas en mi pobre corazón.
Y la sangre que escape de mi pecho,
jamás, te lo juro, ofenderá tus dedos.
El rencor desvanece de tus ojos su brillo,
mueren en tu boca las palabras de clemencia.
Y ante el altar de lo que yo llamaba amor,
entrego como holocausto mi vida que concluye hoy.