jueves, 27 de noviembre de 2008

AZUL

De todos los matices que componen la paleta asombrosa,
de Aquel que bosqueja con rasgos firmes nuestra vida,
elijo sin vacilaciones al azul para matizar cada ensueño,
que mi espíritu de poeta imagina.

Azul que manifieste la esperanza, el júbilo y esas promesas,
de vuelos extensos por cielos desconocidos cubiertos de bandadas.
Azul colmado de esos besos que se apetecen tanto,
que la boca sufre de solo suponerlos.

Azul que oculte la resonancia poderosa del corazón,
cuando declara con la candidez de un niño,
que ya no tolera la larga agonía de amar,
esperando eternamente el gesto que se retrasa.

Azul vestido de lluvia sutil muy parecida a las lágrimas,
de manos que se estrujan para ocultar las caricias,
de esos que se entregan a la pasión sin límites.
Azul extraordinario como el que colorea tus ojos.


miércoles, 26 de noviembre de 2008

ARRULLADA

Arrullada por la resonancia de tu voz que acaricia mis oídos,
me dejo apresar por las dulces cadenas de tus brazos.
En tus ojos percibo la explosión de las estrellas de tu deseo,
y en mi interior como lava mi ímpetu se incendia.

Nace al fin el beso que aquieta nuestras voces,
de una bocanada te bebes de mis labios mis ansias de mujer,
y voy cayendo sobrecogida en un abismo inexplorado,
donde el goce y amor se hacen inseparables.

Todo se esfuma en este instante, no existen tiempo ni distancia,
van aquietándose mis miedos mientras crecen tus apetitos.
Llega el instante justo en que tu cuerpo fundido con el mío,
parecen disgregarse en mil pedazos y elevarse.

Cubren el mundo las tinieblas y la antigua canción de amor se escucha,
y entre las sábanas frescas de tu cama,
vamos erigiendo entre besos y caricias cada vez mas audaces,
ese dominio escondido donde sin límites podemos amarnos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

NOCHE

Desolada noche vestida de estrellas luminosas y distantes,
colmada de silencios y emociones encontradas,
con una luna colosal que desde su reinado impasible observa altiva,
esa mixtura fantástica de sombrio y albor que es la tierra.

Noche fragante por el aroma de rosas húmedas,
que en el ocaso se dejaron agasajar por la brisa,
composición notable de algunas lagrimas que tal vez fueron risas,
y suaves memorias de un amor que creía sería eterno.

El cielo parece querer abrigarme y me arropo como una niña,
entre los pliegues de unas nubes, planicies doradas,
que el sol coloreo muy perezosamente mientras recorría el día,
y que me dan la tibieza que a mi piel con frío le hace falta.

Noche colmada de despojos de la vida que retornan,
trayendo de nuevo el ardor de antiguas llagas sin curar,
que no permiten que halle las respuestas a mis inquietudes,
y es mi pena tan grande que creo al final me matará.

Noche esquiva. Noche dura, fría y triste,
donde me hace tanta falta el fuego de esos besos tuyos,
que con solo acariciarme los labios me incendiaban,
y el hechizo de tus caricias que me hacían elevarme.

Otra noche más de angustia plena y con la inquietud de saber,
que al caer vencida sobre la cama convocando al sueño,
con un murmullo huraño, con mis ojos sin llanto y los puños cerrados,
susurrare un deseo de buenas noches a la soledad.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DESNUDO...

Desde el territorio donde me dejaste,
entre las sombras de lo que entiendes inocencia,
te observo atentamente mientras crece con rapidez,
en mi ánimo la angustia.

Desnudo, con la piel desgarrada por mil llagas,
la voz enronquecida de tanto proferir tus gritos,
te elevas tiritando de temor y frío,
exigiendo con palabras de trueno el amor que se te niega.

De tus dedos se derraman las caricias rechazadas,
de tu boca junto a los alaridos se desbandan,
esos besos que jamás morderán los labios que anhelabas.
¡Indigente corazón que se vierte y nadie quiere!

En las venas la sangre se te escarcha,
las llagas de tu cuerpo cada vez más golpeado,
te envenenan y su ponzoña se vierte lentamente,
sobre las rosas extintas de tu ilusión.

Desde mi dominio de utopías donde me desterraste,
puedo verte girar delirante buscando una respuesta.
Veo el sombrío océano de tu verde mirada,
mientras la furia te incendia y de a poco te mata.

Te observo y alzo al cielo mi pedido,
para que la verdad al revelarse,
aquiete los gritos de tu amor desesperado,

al descubrir que nunca hubo nadie para amarte.